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30 de noviembre de 2015

El amor prohibido de Adso de Melk

por El Isra

Me pregunto ahora si lo que sentía era el amor de amistad, en el que lo similar ama a lo similar y sólo quiere el bien del otro, o el amor de concupiscencia, en el que se quiere el bien propio, y en el que quien carece sólo quiere aquello que puede completarlo. Y creo que amor de concupiscencia había sido el de la noche, en el que quería de la muchacha algo que nunca había tenido, mientras que aquella mañana, en cambio, nada quería de la muchacha, y sólo quería su bien, y deseaba que se viese libre de la cruel necesidad que la obligaba a entregarse por un poco de comida, y que fuese feliz, y tampoco quería pedirle nada en lo sucesivo, sino poder seguir pensando en ella y poder seguir viéndola en las ovejas, en los bueyes, en los árboles, en el sereno resplandor que rodeaba de júbilo el recinto de la abadía.

Umberto Eco, El nombre de la Rosa

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