El pesimismo en el SUTIEMS
Hace ya tiempo que, como reza aquél célebre tratado, «un fantasma recorre…» el SUTIEMS. Pero se trata del fantasma del pesimismo. O, mejor aún, el fantasma de la desidia y la vaciedad. La falta de aspiración y el conformismo.
Acorde con esta embriaguez de medianía, las causas superiores, los logros fundamentales, son colocados en segundo lugar, casi no importan: se les reemplaza, se les nulifica optando por la defensa apasionada y desinhibida de lo magro, lo útil, lo facilón. A los más, este recelo por lo inmediato, les hace ciegos para la comprensión y la defensa de los valores fundamentales, y se aspira más a no perder 4 días en la quincena que a enfrentar, dignamente, un revés injusto; se ocupa tiempo y participación en pelear lo perdido cuando lo que está en juego es la presencia del brutal uso del poder fáctico. Por ello, lo que a todas luces fue indigno, como la declaración de inexistencia de la reciente huelga, no provoca tanto encono como el haber sido afectados en lo inmediato: el dinero.
Concentrándose en las minucias, solo se demuestra que no se está en condición de emprender una alta empresa: resulta que ante la terrible agresión del poder abusivo y corrompido, la escasez de principios orienta la reacción hacia la víctima. Y, entonces, se empequeñece la lucha por los valores superiores, dándole cabida al reclamo de lo que colma el confort individual.
Esto es natural cuando estamos en tiempos en los que se mira con desdén cualquier obra que no corresponda con las exigencias de lo inmediato, con la exaltación de lo útil, lo efímero. Angosto en la mirada, el espíritu actual abandona todo proyecto colectivo porque no concibe que éste requiera su natural crecimiento y madurez.; sus tropiezos eventuales y sus errores inherentes. No le encuentra razón de ser a su íntima estructura. Y, el triunfo de la desesperación, provoca la más abyectas opiniones. Los más escandalosos insultos, las intrigas, los pleitos brutales. El abandono de la participación, el desánimo, el miedo, la desconfianza.
Entonces, la infamia, la estulticia, el grosero golpe bajo por parte del Instituto y la JLCyA se ve disminuido por los que atienden más a la superficie que al fondo. Y se orienta el enojo hacia el mediador: la dirigencia sindical, el sindicato mismo. Pero esa pérdida de mirada, redobla el enojo y lo concentra, olvidando el amplio panorama que lo explica.
Así pues, los resultados son devastadores. No obstante sirven para ubicar. Dan lección en sí mismos. Porque identifican al grupo humano del que no cabe esperar nada digno de altura, pues su estrechez mental lo inclinará siempre hacia el grito y el chillido; y es que aquel que escandaliza cuando ve a un minoritario grupo defender una voluntad, pero calla ante la corrupción y la mezquindad, no es un luchador social… es un esclavo, esclavo de su medianía.
A estas almas precarias y faltas de entusiasmo no queda sino confinarlas al territorio de la indiferencia, pues está claro que, pase lo que pase, se diga lo que se diga: éstas no se van a convencer. «Y no hay que intentar convencer a quien NO se va a convencer.» Como decía Julián Marías.
Y es así: si los hechos por sí solos no les dicen nada, si los triunfos menores ─pero no menos importantes─ que se han presentado en el ámbito jurídico, sin mencionar los que están por venir, no los convocan a la solidaridad y al ánimo, queda poco por decirles, queda poco que contarles.
Lo que sí conviene es que los que aún mantienen la fructífera raíz de la esperanza, los que todavía guardan entusiasmo con miras a logros superiores, los que suman honestidad con participación desinteresada, mantengan firme su postura en un proyecto que es por el bien de todos.
Tácticas
No se ve bien el panorama actual que rodea a la Asamblea Legislativa del D.F. (ALDF), aunque el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) obtuvo un triunfo encomiable, no le alcanzó para construir las condiciones de, al menos, forzar a la negociación: los partidos tradicionales recurren al «mayoriteo» y, de facto, obstruyen toda iniciativa genuina y bien pensada. Toda iniciativa que, como hemos visto, se orienta a mejorar las condiciones de la gente: única razón de ser de MORENA. La formación de las comisiones y la aprobación del presupuesto son dos ejemplos, los más graves.
Ante esta situación, los egregios diputados de MORENA han tenido que recurrir a buscar el apoyo popular, que lo tienen, en mítines y protestas. No ha sido suficiente. Finalmente los traidores (léase tradicionales) aplican a raja tabla el lineamiento [o lo que Dios les da a entender por éste] y aprueban o desaprueban según convenga. ¿Qué hacer entonces?
Resulta que esos traidores (léase tradicionales) son ciudadanos electos, representantes de algún espacio territorial. Es decir, no están a la buena de dios en el lugar que ocupan, sino como representantes, con el objetivo de responder a los intereses del grupo que los eligió: tendrían, por tanto, que consultarlo. No lo harán, lo sabemos. Entonces, hay que obligarlos. O, por lo menos, evidenciar que no lo hacen.
Si existiese un formato bien redactado, bien explicitado en donde se expongan de manera clara las motivaciones de las propuestas de MORENA; si éste circulara en los Distritos que se verían beneficiados y se ofreciera a la gente que lo firme no importando su filiación política, sino la idoneidad de la propuesta; si este formato tuviera el sentido de mandatar al diputado de cierto distrito para que vote en Asamblea como representante; si este documento firmado por el mayor número de personas se hiciera del conocimiento del diputado cuyo distrito está en cuestión, pero también se hiciera de dominio público, y todo esto previo a la discusión en el pleno de Asamblea; si todo esto ocurriera, vale preguntarse: ¿se atreverán los diputados a contradecir el mandato popular de votar por una propuesta que la misma gente cree que es viable? ¿estarán dispuestos a llevar la contra de la gente a la que le deben su puesto de manera tan explícita? ¿ante el documento firmado y sellado?
No tenemos respuesta para dichas preguntas. Es una vía que, si se explorara, produciría una prueba más de qué tan serios son aquellos «elegidos» por el pueblo. Vale la pena un intento más por demostrar que los que están ahí no son amigos de la gente. Pidieron su voto, pero, ahora en el puesto, se han olvidado de ello, preocupados más por los intereses de grupo, de élite, de tribu. Se trata, pues, de una medida más de presión: evidenciando su vileza y falta de honradez.
Nueva música
Sin embargo, lo más interesante acerca de la llegada del rock y el pop fue que se convirtieron en un clavo más para el ataúd de la cultura elevada, las letras que acompañaban a este tipo de música (la moda, la «conciencia alterada» inducida por las drogas, el amor y, sobre todo, el sexo) convirtieron a las canciones en himos de la generación. Los sonidos del rock ahogaron a todo lo demás e hicieron que la cultura de los jóvenes nunca volviera a ser la misma.
Peter Watson, Historia intelectual del siglo XX
Cuba ante el imperio
Pero no obstante estas promesas de Castro a Estados Unidos, en 1960 la economía cubana empezó a adquirir características muy diferentes a las que tenía as principios de 1959. Alrededor de 85% de la capacidad industrial se había socializado; industrias estratégicas como la del azúcar, la refinación del petróleo, los teléfonos y la fuerza eléctrica estaban bajo el control del Estado, así como 92% del sector transportes y 80% del sector de la construcción. Con la reforma agraria de 1959, 41% de las tierras cultivables formaron parte de las recién creadas granjas estatales. Más tarde, en 1963, se avanzó en una segunda etapa del progreso de las expropiaciones, cuyos resultados fueron los siguientes: 80% la tierra pasó a las manos del Estado y 20% restante se repartió entre campesinos cooperativizados (12%) y campesinos individuales (8 por ciento).
Miguel García Reyes y Ma. Guadalupe López de Llergo [1997]
, Cuba después de la era soviética; México: ColMex.

El nacimiento del feminismo
… el 7 de septiembre un grupo de cien mujeres, posiblemente más, se reunió en el paseo marítimo en el exterior de donde se celebraba el concurso e impuso la corona a una oveja. Cuando la prensa se precipitó hacia ellas ─no suele haber muchas cosas que contar en un concurso de Miss América─, las manifestantes insistieron en hablar tan sólo con mujeres periodistas, que en 1968 no abundaban precisamente.
Una vez atraída la atención de los medios, el grupo, autodenominado Mujeres Radicales de Nueva York, empezó a arrojar objetos en un cubo con una etiqueta en que se leía CUBO DE BASURA DE LA LIBERTAD; se trataba de un lenguaje, y nopor casualidad, utilizado por el movimiento pro derechos civiles. Así pues, al cubo de la libertad fueron a parar fajas, sostenes, pestañas postizas, rulos de pelo y otros «productos de belleza». Unas veinte radicales consiguieron interrumpir la competición que tenía lugar dentro del centro de congresos durante unos veinte minutos profiriendo el agudo grito de aclamación de la mujer árabe, aprendido gracias a la película La batalla de Argel, y exclamando «¡Libertad para las mujeres!», al tiempo que agitaban una pancarta en que se leía LIBERACIÓN FEMENINA.
Mark Kurlansky, «Una sonrisa forzada y horrenda», en 1968 El año que conmocionó al mundo