Ortega sobre el hombre íntegro
El querer una cosa que al mismo tiempo nos es dictada por la razón duplica y certifica su carácter verdadero. Es por ello digno de pocos espíritus conjugar ambas cualidades del acto verdadero. Nos dice José Ortega y Gasset, en una conferencia que dictó el 29 de mayo de 1915, luego publicada por el ABC el 30 del mismo:
Por tal razón yo veo la característica del acto moral en la plenitud con que es querido. Cuando todo nuestro ser quiere algo ─sin reservas, sin temores, integralmente─ cumplimos con nuestro deber, porque es el mayor deber de la fidelidad con nosotros mismos.
Pero no es un individualismo simple y autocomplaciente, no. Es un ejercicio de introspección que parte de los hechos ante los cuales nos enfrentamos, parte del hecho social impuesto. Y de ahí la certeza del actuar con integridad, fuera de apasionamientos inútiles o pasajeros caprichos vanidosos. De la forma en cómo se admita la verdad y se la tome en serio, dependerá la creación de una sociedad más justa:
Una sociedad donde cada individuo tuviera la potencia de ser fiel a sí, sería una sociedad perfecta. ¿Qué significa lo que llamamos hombre íntegro sino un hombre que es enteramente él y no un zurcido de compromisos, de caprichos, de concesiones a los demás, a la tradición, al prejuicio?
El verdadero hombre íntegro no solo desea el bien, sino que su idea del bien coincide con el deber y la verdad. Y no se trata de una mera especulación sino de una posición ante la vida y el mundo.
Sobre la reforma estatutaria del SUTIEMS: la propuesta
Ha llegado un momento complicado al SUTIEMS. La reforma de los estatutos del sindicato representa no pocos problemas en función de la obligada armonía con las leyes federales. Empecemos por nombrar los más importantes:
Es necesario renunciar al numero excesivo de carteras que tenemos. Y esto no solo porque ya no será posible un representante por Asamblea de Centro de trabajo (ya somos 23 y no parece probable que el IEMS quiera aumentar el número de licencias), sino porque la forma de elección por plantel nos imposibilita para asegurar la paridad de género en el CE. ¿Cómo garantizar que lleguen al comité en número igualitario si la elección por planteles es tan diversa y compleja? Debemos, pues, renunciar a la elección tradicional de un representante por plantel. ¿Se imponen, pues, las planillas? Sí y no. Aclaremos:
1) Sí, porque favorecen la presencia de un equipo de trabajo cuya conformación bien puede responder a la proporcionalidad exigida. Además de que garantiza de antemano el trabajo en equipo. Pero el trabajo en equipo le conviene a las secretarias en donde la naturaleza de sus funciones está orientada más al trabajo práctico interno. Por eso, solo un numero determinado de carteras serían electas por planilla. Solo un grupo bien definido.
2) No, porque algunos de las secretarías cuyas funciones son esenciales y su campo de acción es mayoritariamente hacia el exterior, es decir, hacia la representatividad del sindicato y deben ser producto de la elección directa, de la que nos hagamos cargo todos. Por eso conviene la elección mixta que se propone en el documento enviado.
De la misma forma, la elección tradicional en Asamblea no es procedente. La ley impone la participación universal, un ejercicio controlado con padrón y bien organizado, sin lugar a perspicacias. Por experiencia sabemos que eso no se logra en una asamblea. Por ello será necesario una Jornada electoral bien cuidada y que cuente con la participación de todos los afiliados desde su respectivo centro de trabajo. Eso también está incluido en el documento enviado.
Finalmente, se impone la no reelección, la necesidad de participación de nuevos actores sin compromisos de grupo, sin deudas o favoritismos. Se impone la necesidad de que el CE se renueve continuamente para darle motivos de participación a las mayorías, no a los grupos ya viciados. Que el SUTIEMS se consolide como un sindicato participativo en verdad. ¿Se perderán los derechos ganados? ¿la licencias restantes? No. Bien puede buscarse un mecanismo que permita exigir al IEMS el mantenimiento de esas licencias para, por ejemplo, garantizar que cada trabajador que llegue al CE, sea sustituido temporalmente usando dichas licencias.
La propuesta no está acabada, bien se puede mejorar, bien se puede discutir: pero debe servir de base pues resuelve todos los puntos que urgen y algunos que, aunque no urgen, vale la pena cambiar.
Se puede descargar la propuesta señalada Aquí

¡Derechos!… pero no obligaciones…
Bien lo señala el pensador: Don Ortega y Gasset, gran espectador de nuestro tiempo, pone el dedo en la llaga, y descubre la falsa actitud, el confort producido por la fácil medianía en la que se instalan nuestro momento social, dice:
Dos defectos de nuestra civilización moderna: enseña derechos y no obligaciones; carece de autoctonía; es decir, que consiste en medios y no en actitudes últimas, deja inculto el fondo de la existencia, aquello de la vida del hombre que es lo absoluto o al través de los cual ésta se inca en lo absoluto.
Es así: la producción de significados efímeros, de gratificaciones momentáneas, simples pero muy vistosas acaparan la atención del humano actual. Lo hacen aferrarse a la persecusión de lo que es «del momento», lo que suena hoy; dejando para siempre el cultivo de lo más profundo, aquello que realmente incide en la más profunda espiritualidad. El resultado: discusiones, pláticas, peleas, defensas apasionadas llenan nuestras redes sociales pero no involucran los temas fundamentales. Lo verdaderamente importante.
En este sentido, nuestra civilización es superficial, y aceptarla o no, tomarla todo o sólo una parte es cuestión de capricho. Por eso con facilidad creciente vemos desentenderse de su decálogo a las gentes, o tomar de éste sólo lo que en cada caso les place.
Vemos que el hombre medio se complace en lo pasajero, se admira de lo sencillo, se apasiona con lo simple. Y de ello resulta una enorme masa que ocupa más el sentido del capricho instantáneo, la ocurrencia momentánea que la meditada ⏤pero complicada, de ahí su abandono⏤ búsqueda del ideal. Una sociedad, en fin, de medios pasajeros. De simples ocurrencias, que es, por lo mismo, fácilmente manipulable.
Citas tomadas de
José Ortega y Gasset, «Revés del almanaque», 1930
¿Qué es América latina?
En su «Introducción» a América Latina. Introducción al extremo occidente. editado en México por Siglo XXI en 1989 y que abarca las páginas 17-36, Alain Rouquiè se plantea una pregunta: ¿Qué es América Latina? Fenómeno cultural, étnico o geopolítico, el espacio que comúnmente conocemos con el título de América Latina encierra en sí dificultades para su correcta definición. Alain Rouquiè, que está perfectamente al tanto de lo anterior, hace revisión de los diferentes problemas que implica una nomenclatura común para este territorio. Tratando de abordar todos y cada uno de los posibles nombres que son plausibles, nuestro autor establece los límites de cada uno, los somete a riguroso análisis que en concordancia con la realidad que le sirve de juez, saca a la luz casi todos los problemas de nomenclatura.
Ahora bien, no se trata tanto de denunciar la falta de un concepto viable como de profundizar en los ya existentes. A partir de ellos se logra una comprensión casi homogénea de este espacio. Por cierto que el uso de los referentes internacionales, más concretamente de las grandes potencias, le permiten al autor llegar a disertaciones útiles en el marco de la historia de estos pueblos, de estas naciones. Los títulos de pueblos homogéneos, heterogéneos y en vías de hogeneización son recursos importantes que permiten al autor hacer más comprensible su discurso, y por tanto su análisis.
Quedan claras varias cosas: que la llamada América Latina NO es un todo homogéneo, que tiene rasgos en común pero los tiene también diametralmente opuestos. Y que el curso histórico de estos pueblos nos ofrece mucho de su presente, su desgracia histórica.
La sucesión real en el SUTIEMS
Todo el que conozca un mínimo de lo que ocurre en el Sindicato de la Unión de los Trabajadores del IEMS, sabe que en su interior hay fracturas, hay grupos opuestos con intereses diversos. Muchos de ellos son claros y directos, otros se ocultan bajo el disfraz de la lucha social, aquellos navegan en el furibunda crítica sin descanso. Este fenómeno no es raro, no es inusual; más aún, es completamente normal: corresponde a la naturaleza de toda organización humana. Casi diríamos que no puede ser de otro modo, y nos ahorraríamos disgustos innecesarios si, de una vez, lo aceptamos como real. Conviene que empecemos a trabajar con la idea de que esto no podrá cambiar.
La verdadera problemática empieza cuando alguno de estos grupos aspira a la sobre exposición de su fuerza, esto es, a la exageración de su alcance real. Sean dos o tres o más grupos los que ahora se cuenten en el SUTIEMS, lo cierto es que la existencia y el éxito del sindicato se mide por el equilibrio que generan. Por la estabilidad que permita el triunfo colectivo que es el sentido de la organización.
Este equilibrio en la correlación de fuerzas tiene su mejor ejemplo en la composición de la dirigencia del sindicato, ahí se combate ⏤no en sentido literal⏤ para impulsar las decisiones que se consideran apropiadas: cada grupo opta por empujar el sentido de la acción colectiva hacia tal o cual política. Esto ha funcionado. Mal que bien, pero ha funcionado al menos desde aquella severa fractura que dio por resultado la creación de otro sindicato que no fructificó. Y no lo hizo porque el grupo que lo defendió sobredimensionó su fuerza, hizo un cálculo irreal de su alcance y terminó perdiendo su presencia.
Los grupos que aún quedan y que ⏤ojalá⏤ se consoliden, mostrarán su valía si pueden impulsar, proteger, pelear por los objetivos fundamentales de la organización, si consiguen que la sucesión que nos espera respete la correlación de fuerzas en uno de los aspectos centrales: la secretaría general. Ese puesto que, ciertamente, implica una responsabilidad mayor ⏤y no tanto por las derivaciones jurídicas que le son propias⏤ es quizá el mejor ejemplo para que el equilibrio en las pugnas grupales se sintetice, se calme, se serene. Si la representación en este puesto va orientada aún mínimamente hacia la preferencia de un grupo en concreto, existe el riego de la fractura. No cesarán los dimes y diretes, se abre el espacio para la pugna sin razones coherentes, apasionada e insensata. Esta breve inclinación produce, inevitablemente, la suspicacia y la desconfianza más allá de la sana y productiva duda racional.
Por eso conviene que los candidatos a ocupar el mencionado puesto mediten bien si la ocupación de tal responsabilidad no produce más riesgos que posibilidades de equilibrio. Conviene que miren primero la organización colectiva mayor que el interés ⏤genuino y respetable⏤ por defender las políticas del grupo al que pertenecen. Conviene que den espacio al equilibrio, a la novedad, al genuino cambio y, para el caso concreto que nos ocupa, faciliten una transición sin recelos o corajes. Que permitan la sucesión real y duradera. No se perderá mucho, existen más puestos de representación con buen alcance definitorio además de un CGR compuesto, igualmente, de muy variopinta filiación grupal.
Mirar por la búsqueda de un equilibrio en el que puedan confluir las opiniones diversas sin que estalle o se fracture la unión es la garantía de que la organización tendrá larga vida y todo por el bien de nuestra materia de trabajo. Ojalá que así sea.