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Posts etiquetados ‘masas’

24
Nov

Sobre la ignorancia

Estamos recuperando esa vieja idea del gran narrador y molestón Ricardo Garibay, su idea de las «Argucias literarias», o «paraderos literarios» como lo expone en su texto «El oficio de escribir».

Lo haremos, nosotros, con temas que vas más allá de la Literatura, con la participación de la Filosofía, esa hermana.

De esta forma no puede faltar el mejor escritor de filosofía en español, el maestro de maestros José Ortega y Gasset, quien aquí nos habla de la ignorancia; mas no en un sentido negativo. No. Más bien reivindicando el papel que juega en la humana existencia, y dando al traste con la idea común que supone el sentir vergüenza ante el «no saber». Nos dice Ortega en las Lección XI, de su ¿Qué es la filosofía? 

No les dé vergüenza ignorar una cosa elemental. Todos ignoramos cosas elementales que está harto de saber nuestro vecino. Lo vergonzoso no es nunca ignorar una cosa -eso es, por el contrario, lo natural-.

Exacto, de la infinidad de cosas que hay que saber, el humano no solo no tiene la capacidad física de enterarse, sino que dicha pretensión es absurda. No tiene que ser motivo de vergüenza. Más bien:

Lo vergonzoso es no querer saberla, resistirse a averiguarla cuando la ocasión se ofrece. Pero esta resistencia no la ofrece nunca el ignorante, sino, al revés, el que cree saber. Esto es lo vergonzoso: creer saber.

Por eso debe quedar claro: el tipo de personas que ante la falta de conocimiento hacen de cuenta que saben son las que deberían avergonzarse. Por dos razones: por la pretensión en sí misma y por la cerrazón que implica. El que «hace como que» sabe, no solo renuncia al saber, sino que se engaña a sí mismo, es, por decirlo así, una falsedad total. Pero más aún:

El que cree que sabe una cosa pero, en realidad, la ignora, con su presunto saber cierra el poro de su mente por donde podría penetrar la auténtica verdad.

Termina nuestra «argucia filosófica»: El que hace «como que» sabe en realidad pone una barrera al conocimiento, cierra la puerta a la ciencia. Hace un daño el progreso del humano.

Quizá lo más grave es que esta actitud se está generalizando cada día más, y más. Al grado de que el «no saber pero pretender que se sabe» llega a ser una actitud tolerada y hasta festejada como «ingeniosa» por la masa. Y no preocupa, insisto, por el hecho de que no se sepa, sino por el que se niega a saber. El hombre masa actual ve con buenos ojos que no se le exija la responsabilidad de enterarse antes de opinar o de fingir que sabe algo. Y esto es quizá uno de los problemas más graves de nuestro tiempo, un verdadero cáncer que deberíamos evitar que siga creciendo.

6
Ago

El hablador

Juan de Mairena, el gran profesor ⏤quien, a su vez, narra la historia de su profesor Abel Martin, conoció como pocos el proceder del alma humana: vio claramente que bajo la imagen del hablador se esconden muchos entresijos, pero, más importante aún, vio como el hablar mucho, hablar de todo, es un gran mal de nuestro siglo ⏤acaso de la historia de la humana persona. Hablar sin tener nada importante que decir, el chiste es hablar.

Pero suele ser lo silencioso, lo sutil, lo invisible, lo menos llamativo, lo que casi no se ve; suele ser, decíamos, lo más importante. Lo malo es que no se le escucha; tenemos los oídos educados para desoír lo importante, pero hartarnos de escuchar lo superficial; demos la palabra a San Antonio Machado:

Cuando se ponga de moda el hablar claro, ¡veremos!, como dicen en Aragón. Veremos lo que pasa cuando lo distinguido, lo aristocrático y lo verdaderamente hazañoso sea hacerse comprender de todo el mundo, sin decir demasiadas tonterías. Acaso veamos entonces que son muy pocos en el mundo los que pueden  hablar, y menos todavía los que logran hacerse oír.

Juan de Mairena, XXIV

30
Nov

Nueva música

Sin embargo, lo más interesante acerca de la llegada del rock y el pop fue que se convirtieron en un clavo más para el ataúd de la cultura elevada, las letras que acompañaban a este tipo de música (la moda, la «conciencia alterada» inducida por las drogas, el amor y, sobre todo, el sexo) convirtieron a las canciones en himos de la generación. Los sonidos del rock ahogaron a todo lo demás e hicieron que la cultura de los jóvenes nunca volviera a ser la misma.

Peter Watson, Historia intelectual del siglo XX

29
Sep

La rebelión de las masas

Cae una palabra de los labios de un perorador en un pequeño círculo, y un gran pueblo, ansioso de palabras, la recoge, la pasa de boca en boca, y con la rapidez del golpe eléctrico un crecido número de máquinas vivientes la repite y la consagra, las más de las veces sin entenderla, y siempre sin calcular que una palabras sola es a veces palanca suficiente a levantar la muchedumbre, inflamar los ánimos y causar en las cosas una revolución. 

Mariano José de Larra,  «En este País…»

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