Ortega sobre el hombre íntegro
El querer una cosa que al mismo tiempo nos es dictada por la razón duplica y certifica su carácter verdadero. Es por ello digno de pocos espíritus conjugar ambas cualidades del acto verdadero. Nos dice José Ortega y Gasset, en una conferencia que dictó el 29 de mayo de 1915, luego publicada por el ABC el 30 del mismo:
Por tal razón yo veo la característica del acto moral en la plenitud con que es querido. Cuando todo nuestro ser quiere algo ─sin reservas, sin temores, integralmente─ cumplimos con nuestro deber, porque es el mayor deber de la fidelidad con nosotros mismos.
Pero no es un individualismo simple y autocomplaciente, no. Es un ejercicio de introspección que parte de los hechos ante los cuales nos enfrentamos, parte del hecho social impuesto. Y de ahí la certeza del actuar con integridad, fuera de apasionamientos inútiles o pasajeros caprichos vanidosos. De la forma en cómo se admita la verdad y se la tome en serio, dependerá la creación de una sociedad más justa:
Una sociedad donde cada individuo tuviera la potencia de ser fiel a sí, sería una sociedad perfecta. ¿Qué significa lo que llamamos hombre íntegro sino un hombre que es enteramente él y no un zurcido de compromisos, de caprichos, de concesiones a los demás, a la tradición, al prejuicio?
El verdadero hombre íntegro no solo desea el bien, sino que su idea del bien coincide con el deber y la verdad. Y no se trata de una mera especulación sino de una posición ante la vida y el mundo.