El hablador
Juan de Mairena, el gran profesor ⏤quien, a su vez, narra la historia de su profesor Abel Martin, conoció como pocos el proceder del alma humana: vio claramente que bajo la imagen del hablador se esconden muchos entresijos, pero, más importante aún, vio como el hablar mucho, hablar de todo, es un gran mal de nuestro siglo ⏤acaso de la historia de la humana persona. Hablar sin tener nada importante que decir, el chiste es hablar.
Pero suele ser lo silencioso, lo sutil, lo invisible, lo menos llamativo, lo que casi no se ve; suele ser, decíamos, lo más importante. Lo malo es que no se le escucha; tenemos los oídos educados para desoír lo importante, pero hartarnos de escuchar lo superficial; demos la palabra a San Antonio Machado:
Cuando se ponga de moda el hablar claro, ¡veremos!, como dicen en Aragón. Veremos lo que pasa cuando lo distinguido, lo aristocrático y lo verdaderamente hazañoso sea hacerse comprender de todo el mundo, sin decir demasiadas tonterías. Acaso veamos entonces que son muy pocos en el mundo los que pueden hablar, y menos todavía los que logran hacerse oír.
Juan de Mairena, XXIV