La sinrazón del científico
Un hombre de ciencia que solo es hombre de ciencia, como un profesional que solo conoce su profesión, puede ser infinitamente útil en su disciplina; pero ¡cuidado con él! Si no tiene ideas más allá de su disciplina, se convertirá irremisiblemente en un monstruo de engreimiento y de suceptibilidad. Creerá que su obra es el centro universo y perderá el contacto generoso con la verdad ajena, y más aún con el ajeno error, que es el que más enseña, si lo sabemos acoger con gesto de humanidad.
Gregorio Marañón, «Enciclopedismo y humanismo»